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viernes, 7 de noviembre de 2014

20 grandes viajes de temporada baja


 

Ofertas para escaparse unos días a Tenerife, Berlín o Brasil. Un crucero transatlántico, mercadillos navideños y sol invernal en Cabo Verde


Aljibe medieval escalonado en Jaipur (India). / Bruno Morandi
  http://elviajero.elpais.com/elviajero/2014/11/06/actualidad/1415273461_181146.html
7 NOV 2014 - 00:00 CET
Aljibe medieval escalonado en Jaipur (India). / Bruno Morandi
El sol deja paso a las luces navideñas en las tardes de Europa, pero los folletos turísticos siguen tentando con mares calurosos y cielos azules. Y salir cuando el resto no lo hace es la regla de oro para ahorrar en los viajes. Aquí algunas ideas para los que puedan hacerlo.
MENOS DE 200 EUROS

01 Formentera

Apenas 82 kilómetros cuadrados bastan para contener un universo mediterráneo en Formentera. Un paisaje de dunas, sabinas, acantilados rocosos y playas como Ses Illetes, Migjorn o Cala Saona que la temporada baja permite descubrir sin multitudes. Para viajar hasta allí se pueden aprovechar los vuelos en oferta a Ibiza de Ryanair desde Madrid: 29 euros, ida y vuelta. Ferri entre Ibiza y Formentera: 43 euros, ida y vuelta.

02 Sevilla Top Secret

La fórmula Top Secret (el nombre del hotel no se conoce hasta el momento de la reserva, aunque sí su categoría y ubicación) brinda la oportunidad de alojarse en hoteles con precios rebajados hasta en un 45%. Para montarse, por ejemplo, una escapada barata al tibio invierno sevillano: en Lastminute, habitaciones por 54 euros la noche, dos personas, en hoteles de cuatro estrellas del centro de Sevilla.
Al fondo, el baptisterio, la catedral y la torre inclinada de Pisa, ciudad adonde vuela Ryanair desde Madrid y Girona. / M. Rellini

03 Ciudades italianas

Además de la trilogía Roma, Florencia, Venecia, en Italia existen otras ciudades donde los amantes del arte pueden encontrar tesoros menos conocidos, como Perugia, capital de la región de Umbría, o Pisa, puerta a los pueblos de la Toscana. Ryanair vuela a Perugia y Pisa (salidas desde Girona y Madrid) desde 40 euros, ida y vuelta.

04 Berlín verde

Easyjet tiene algunas de las mejores tarifas para viajar a Berlín en invierno: desde 71 euros, ida y vuelta, con salidas desde Madrid y Barcelona. Una excusa para el viaje puede ser la International Green Week, una feria ecológica que se celebrará del 16 al 25 de enero. La oficina de turismo de Berlín tiene ofertas de alojamiento con bono de transporte público y entradas a museos y espectáculos desde 56 euros por persona.
Iluminación navideña en Londres, con la gran noria London Eye al fondo. / Massimo Borchi

05 El detective inmortal

Hasta el 12 de abril de 2015 se podrá ver en el Museo de Londres la muestra The man who never lived and will never die (el hombre que nunca existió y nunca morirá), la mayor exposición dedicada a Sherlock Holmes y a su autor, el escritor Arthur Conan Doyle, desde 1951. Ida y vuelta a Londres con Easyjet desde Madrid: 70 euros.

06 ¿Bilbao o Zihuatanejo?

Hasta el estreno de Cadena perpetua, de Frank Darabont, pocos habían oído hablar de Zihuatanejo, una playa de la costa mexicana del Pacífico. Para quienes quieran huir hasta allí como Tim Robbins y Morgan Freeman en la película, el sello de hoteles con estilo Tablet Hotels ofrece palapas (chozas) de lujo en el complejo Playa Viva por 153 euros la noche. En el mismo portal hay escapadas más cercanas: alojarse en el hotel Miró de Bilbao, por ejemplo, cuesta 79 euros la noche en una doble.

07 Puestas de sol y ortiguillas

Playas de invierno como las de Bolonia o Conil de la Frontera, en Cádiz, para pasear o ver puestas de sol desde el chiringuito. En Trivago, alojamiento en hoteles y casas rurales de Conil y alrededores desde 40 euros la noche.
La ciudadela medieval de Carcasona, en Francia. / Knut Mueller

08 Los lobos de Gévaudan

Escapadas francesas de tres días a Carcasona o Narbona por 195 euros por persona, un fin de semana en Montpelier por 75 euros o dos noches en la comarca de Lozère, el país de Caperucita Roja, con visita a la reserva de los lobos Gévaudan, desde 105 euros por persona en la web de turismo de Languedoc-Rosellón.

09 Vino caliente en Riga

Las primeras semanas de diciembre pueden servir para pasear por el mercadillo de Navidad de Riga, la capital de Letonia, declarada patrimonio mundial por la Unesco. Wizz Air vuela desde Barcelona, por 65 euros, ida y vuelta.

ENTRE 200 Y 500 EUROS

10 El volcán de los alisios

Entre las soleadas playas del sur y los acantilados de Isla Baja o la punta de Anaga, Tenerife atesora paisajes sorprendentes marcados por el mar, el Teide y los vientos alisios. Logitravel ofrece estancias de siete noches en el hotel Semiramis, un cinco estrellas en Puerto de la Cruz, con vuelos, traslados y desayunos, desde 305 euros.

11 Un baño en Budapest

Los baños termales del hotel Géllert pueden caldear una escapada invernal a Budapest, que invita a descubrir sus atractivos con la campaña Winter Invitation, una promoción de cuatro noches por el precio de tres en 40 hoteles, además de acceso gratuito a uno de los cuatro balnearios históricos y descuentos en transporte, restaurantes, tiendas y visitas. Wizzair tiene vuelos a Budapest desde Madrid y Barcelona por 120 euros. 
Santa Claus, a las puertas de su cabaña en Rovaniemi (FInlandia). / Reuters

12 Precios calientes contra el frío

Muchos viajeros aprovechan las semanas previas y posteriores a la Navidad para hacer una escapada, y para destinos como Reikiavik (Islandia) o Rovaniemi (Finlandia) hay buenos precios, con billetes de ida y vuelta por 430 y 298 euros, respectivamente, en Kayak.

ENTRE 500 Y 1.000 EUROS

13 Invierno Caribe

Guardarse algunos días de las vacaciones de verano puede tener su recompensa en diciembre, enero o febrero: cambiar aceras y farolas por playas y cocoteros. Nautalia ofrece estancias de siete noches en Playa Bávaro (República Dominicana), con vuelos, traslados y régimen todo incluido por 815 euros por persona.

14 Una isla particular

Ciudades y pueblos coloniales, y cayos arenosos para bañarse o bucear. Una forma diferente de visitar Cuba es alojándose en casas particulares, con una oferta de más de 5.000 habitaciones autorizadas por el Gobierno: son más baratas que los hoteles —los precios se mueven entre 25 y 30 euros la noche— y permiten conocer el día a día de la isla. En buscadores como Skyscanner o Kayak se encuentran vuelos entre Madrid y La Habana por 612 euros, ida y vuelta.
Paisaje de dunas y lagos en los Lencois Maranhenses, en Brasil. / Matthew Wakem

15 Crucero a Brasil

Muchos barcos de pasajeros abandonan a finales de otoño sus puertos en Europa para poner proa hacia mares más cálidos, lo que ofrece la posibilidad de embarcarse en una travesía transoceánica a precios módicos. El Costa Favolosa, por ejemplo, zarpará el 25 de noviembre de Barcelona en un viaje de 18 días con destino Río de Janeiro y escalas en Cádiz, Casablanca, Madeira, Tenerife y los puertos brasileños de Recife, Maceió, Ilheus y Salvador de Bahía. En Logitravel, desde 699 euros por persona, con pensión completa y tasas. Quienes prefieran viajar a Brasil en vuelo directo puede aprovechar la oferta de Tam Airlines, que vuela de Madrid a São Paulo por 629 euros ida y vuelta, y el descuento del 20% para vuelos internos de Latam.

16 Vibrante Bangkok

Visitar mercados como Talad Rot Fai (mercado del tren, en tailandés), un rastro nocturno de Bangkok ubicado en un antiguo almacén de ferrocarril, es una de las posibilidades que ofrece la capital de Tailandia. En diciembre, Nautalia ofrece estancias de siete noches, con vuelos, traslados y tasas desde 624 euros por persona.
Pescadores en la playa de Santa Maria, en la isla de Sal (Cabo Verde). / Getty

17 Volcanes de Sal

El archipiélago de Cabo Verde cuenta con agradables temperaturas invernales (más de 20 grados de media) y sorprendentes paisajes volcánicos. Logitravel ofrece estancias de siete noches en la isla de Sal, con vuelos y desayunos por 774 euros.

MÁS DE 1.000 EUROS

18 Abrigados en Moscú

Un proverbio ruso dice que no hay mal tiempo, sólo ropa inadecuada. Para aventurarse en el gélido invierno moscovita, Politours organiza un viaje de ocho días a Moscú y San Petersburgo desde 1.180 euros por persona (vuelos, traslados, tren, alojamiento, desayunos y tasas). Salidas los domingos desde Madrid.

19 Colores del Rajastán

Los meses de otoño e invierno son la mejor época para viajar a Rajastán, el reino de los guerreros rajput. En diciembre, la agencia Exoticca organiza viajes a India, circuitos de 11 días por Delhi y Agra, y, en Rajastán, las ciudades de Jaipur, Manawa, Bikaner, Jaisalmer y Jodpur, por 1.245 euros por persona.

20 Las playas de Serendip

Playas chillout, plantaciones de té, arrecifes coralinos, elefantes salvajes, budas gigantes y palacios inexpugnables a más de trescientos metros de altura aguardan en Sri Lanka, la isla de Serendip en los cuentos persas (de ahí surge el término inglés serendipity, la increíble casualidad de estar buscando una cosa y descubrir otra). Qatar vuela a Colombo desde Madrid y Barcelona por 622 euros, ida y vuelta.

Benditas novelas de espías, de secretos y mentiras


Sin las obras de John le Carré y Graham Greene no se puede entender el género de espionaje

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/30/babelia/1414671303_332313.html

Richard Burton (a la izquierda) y Robert Hardy, en 'El espía que surgió del frío'.

Tan agudo como siempre, una sola frase de Sherlock Holmes sirve para resumir el mundo del espionaje: "Por lo menos, servirán para que nuestra gente sepa lo que ellos saben y lo que no". Porque no se trata sólo de entrar en los secretos del enemigo, ni siquiera de que el enemigo no logre los nuestros, sino de controlar lo que los demás conocen. En cierta medida, la desinformación es más importante que la información. Arthur Conan Doyle cerró las aventuras de su detective con un relato de espías, Su último saludo, que también resume otra de las características del género: la política. Ese último cuento es un puro alegato antialemán al principio de la Primera Guerra Mundial. En estos dos elementos, información y política, se sustenta la mejor literatura de espionaje.

Cinco grandes títulos

El topo. Compleja, apasionante, llena de recovecos, El topo resume lo mejor de la llamada serie del Circus de John le Carré, el Himalaya de la literatura de espionaje.
El americano impasible. Junto al guion de El tercer hombre, El factor humano y Nuestro hombre en La Habana, es la gran novela de espías (y periodistas) de Graham Greene.
El agente secreto. Joseph Conrad mezcla el espionaje, el terrorismo y el anarquismo en esta novela, publicada en 1907, que se ha convertido en el primer clásico del género.
El inocente. Ian McEwan construye una gran novela de espías en el Berlín de la Guerra Fría, antes del Muro. Se basa en un increíble episodio real de pinchazo telefónico gigante.
El fantasma de Harlot. En una novela de una ambición desmesurada, Norman Mailer recreó el pasado reciente de EE UU a través de una magistral historia de la CIA.

"Fue una de las estrellas del esfuerzo bélico literario", escribe Adam Hochschild en Para acabar con todas las guerras para definir a John Buchan, un autor ahora casi olvidado (salvo por Alfred Hitchcock, que llevó al cine su relato más famoso, 39 escalones), pero que durante la Gran Guerra alcanzó un éxito monumental y que se puede decir que es el padre de la novela contemporánea de espionaje. Antes, en 1907, Joseph Conrad había abandonado el mar para escribir El agente secreto, otra de las novelas fundacionales del género, junto a El hombre que fue jueves, de G. K. Chesterton. Ambas transcurren en el mundo del terrorismo anarquista. El género siguió creciendo en los años que rodearon a la II Guerra Mundial con escritores como Eric Ambler, autor de obras tan célebres como La máscara de Dimitrios.
Sin embargo, hubo que esperar hasta la Guerra Fría y, sobre todo, a dos escritores imprescindibles para que la literatura de espías alcanzase su apogeo: Graham Greene y John le Carré. No es una casualidad que los dos fuesen verdaderos agentes. Ian Fleming, el creador del espía más conocido de la ficción, James Bond, también trabajó en los servicios secretos. Sin embargo, las historias de 007 están mucho más cerca de los relatos de aventuras que del espionaje: las verdaderas historias de espías se juegan en el terreno del conocimiento, no de la acción.
Le Carré y Greene utilizaron a los espías para construir historias morales que son a la vez magníficos relatos llenos de trampantojos, de secretos y mentiras. Las obras de Greene, el guion de El tercer hombre y las novelas Nuestro hombre en La Habana —la historia de un gran timo—, El factor humano y El americano impasible contienen muchas claves y trucos utilizados por numerosos escritores. Pero el autor más influyente es, sin duda, John le Carré, que ha logrado dar una hondura inédita al género. En todas las novelas de Le Carré siempre hay un personaje que trata de permanecer moral en un mundo inmoral; pero, sobre todo, demostró como nadie que las historias de espías no hablan de los secretos, sino de personas que manejan esa información en una interminable partida de ajedrez.
La obra maestra de Le Carré es la serie de ocho novelas en las que aparece el agente George Smiley (Llamada para un muerto, Asesinato de calidad, El topo, El honorable colegial, La gente de Smiley, El espía que surgió del frío, El espejo de los espías y El peregrino secreto), que se alza como uno de los mejores (y más informados) relatos sobre la Guerra Fría. La caída del Muro no acabó con Le Carré, que ha seguido escribiendo novelas magníficas y se ha convertido en uno de los grandes críticos del mundo paranoico posterior al 11-S.
Los topos, los agentes infiltrados, se encuentran en el centro de una partida en la que nunca está claro quién es quién y en la que cualquiera puede ser otro. No deja de ser curioso que, durante sus servicios como espías, tanto Greene como Le Carré estuviesen en contacto con el mayor agente doble de todos los tiempos, Kim Philby, que dio un golpe devastador a los servicios secretos cuando se pasó a la URSS. Philby fue el cabecilla de los llamados Cinco de Cambridge. John Banville escribió una gran novela, El intocable, sobre uno de ellos, Anthony Blunt, que llegó a ser el conservador de arte de la Reina. Le Carré nunca quiso entrevistarse con Philby. "Es muy fácil, en el mundo de los espías, racionalizar cualquier infidelidad, cualquier crimen. Lo que hizo Philby era malvado, porque creció para lo mejor o lo peor en una sociedad libre", dijo.
La relación del espionaje con la realidad encontró su máxima expresión en el francés Gérard de Villiers, autor de la saga SAS, novelas de espionaje de gasolinera, a base de sexo y acción; pero también uno de los tipos mejor informados de Francia. The New York Times reveló en un perfil publicado poco antes de su muerte, en 2013, que los diplomáticos leían sus novelas con lupa. Un ministro de Exteriores, Hubert de Védrine, le invitó a comer y le dijo: "Usted y yo tenemos las mismas fuentes". Algo parecido ocurre con El fantasma de Harlot, la obra maestra inacabada de Norman Mailer (prometió un segundo tomo que nunca terminó): es una novela que contiene tanta información sobre la historia de EE UU que resulta casi imposible de asumir en una sola lectura. En el otro extremo, el de la literatura popular, Alan Furst ha encontrado un filón en la II Guerra Mundial con títulos que van desde lo bueno (Espías de los Balcanes, Los espías de Varsovia, El corresponsal) hasta lo peor (Soldados de la noche: sus errores sobre la Guerra Civil son antológicos).
Muchos escritores, de Javier Marías (Tu rostro mañana), Arturo Pérez Reverte (La piel del tambor) o Justo Navarro (El espía), a Ian McEwan (El inocente, Operación Dulce) o Timothy Garton Ash (El expediente), han utilizado a los espías para contar otras historias, sobre la vida y la muerte, sobre el engaño. De eso tratan al final todas las grandes novelas de espionaje: de política, de información, pero sobre todo de los seres humanos y sus mentiras. Así explicó una vez Graham Greene el género: "He acudido al espionaje cuando he querido contar algo especialmente realista, un mundo de oficinas y carpetas, papeles y telegramas, donde no se veía claramente la violencia. Lo importante es lo que hay detrás".

lunes, 3 de noviembre de 2014

Vampiros que hacen historia


  • Tras un año de parón vuelve la exitosa serie creada por Scott Snyder y Rafael Albuquerque

  • La sangrienta saga inicia su segundo ciclo para completar el retablo del siglo XX yanqui

  • Ya se han publicado en EEUU los primeros números que también llegarán a España

Varias escenas de distintos volúmenes de 'American Vampire'.
Varias escenas de distintos volúmenes de 'American Vampire'. ECC EDICIONES
Por culpa de Disney, los niños de los 90 crecieron pensando que los leones eran animales tiernos que se podían acariciar. Y por culpa de insulsos relatos crepusculares, los adolescentes del siglo XXI se idiotizaron idealizando la figura del vampiro como referente de sus pulsiones más cursis y ñoñas. Desde siempre, los chupasangres han sido seres de los que había que huir, pero de pronto se presentaron como criaturas a las que desear abrazar. Con vocación de corregir esta perversión y devolver a los vampiros a su naturaleza original, en 2010 llegó al mercado del cómic 'American Vampire', una serie cuyo esperado segundo ciclo acaba de comenzar a publicarse en EEUU.
'American Vampire' es una de las cabeceras en desarrollo más potentes de Vértigo, el sello para adultos de la editorial americana DC. Terror, sexo y violencia en altas dosis acreditan la marca en el cómic creado por el guionista estadounidense Scott Snyder y el dibujante brasileño Rafael Albuquerque. Una serie que ha registrado un notable volumen de ventas y que ha sido reconocida por la crítica con un Premio Eisner. El éxito de la obra vino acompañado de nuevos encargos laborales para los autores que les obligaron a retrasar la continuación. Pero después de un año de barbecho, los fieles estadounidenses ya disponen de material fresco.
Los seguidores españoles no sufrirán una ausencia tan larga, ya que el tomo 6 -que ponía fin al primer ciclo-, fue publicado aquí el pasado febrero. La editorial ECC, poseedora de los derechos de Vértigo para España, ha confirmado que el material recién estrenado en EEUU llegará próximamente a nuestro país, aunque aún no hay fecha fijada. De momento, los adictos a la saga deberán conformarse con repasar los ocho volúmenes que están en el mercado: los seis que agrupan los 34 números de la serie regular y los especiales 'Selección Natural' y 'El Señor de las Pesadillas', dos títulos que en opinión de muchos devotos contienen los mejores episodios de la colección hasta ahora.
"¿Qué ocurre con los monstruos de la infancia cuando ya no quedan sombras donde ocultarse? ¿A dónde van?"
"No podría estar más emocionado. He echado de menos tremendamente la serie. Realmente me sorprende cuánto la he echado menos. Pensé que un paréntesis podía venir bien para recargar, pero en el mismo momento en el que la aparqué, me arrepentí". Son palabras de Scott Snyder en una reciente entrevista con 'The Washington Post'. Su obra, que recorre la historia estadounidense del siglo XX a través del nacimiento y evolución de una nueva raza de vampiros, se reinicia así para dar respuesta a las incógnitas que quedaron abiertas en 'El Comerciante Gris', título del último arco argumental que dejó la trama en la década de los años 50.
En los capítulos publicados hasta ahora, 'American Vampire' ha recorrido momentos históricos que han forjado la personalidad de EEUU. La conquista del Oeste, la transformación de Las Vegas en la 'ciudad del pecado', el auge de la industria del cine en Hollywood, la Segunda Guerra Mundial, la 'caza de brujas' del 'macartismo'... Y en estos contextos hemos visto asaltos a trenes, capturas de forajidos, fiestas en mansiones de millonarios, carreras de coches y un dilatado catálogo de corrupción y crimen. Todo de la mano del primer linaje del vampiro americano: una especie más fuerte que las anteriores, con sorprendentes nuevas dotes y también debilidades insospechadas.
Desde el momento en que fue anunciado, el proyecto de 'American Vampire' generó enormes expectativas, agrandadas al conocerse el padrino de la criatura: Stephen King. Un nombre mayúsculo que provocó tanta ilusión como dudas. ¿El maestro de la literatura de terror iba a participar por primera vez en un cómic o todo se limitaría a grabar su nombre en la portada sin mayor participación que la recogida de un cheque? Para satisfacción de muchos, el 'rey del miedo' no sólo se involucró en el proyecto, sino que llegó a escribir la historia del origen de Skinner Sweet, el primer vampiro nacido en suelo americano, el punto de partida de esta epopeya sanguinolenta.

Metáfora de Norteamérica

Ante todo, 'American Vampire' es una historia de terror, de muerte y de barbarie. Pero además es el retablo de una nación, de los valores y las miserias sobre los que se asienta. Un análisis al ADN de los Estados Unidos a través de la sangre. Una metáfora del 'sueño americano', del progreso, del capitalismo y de la guerra: ilusiones y oportunidades... competencia y desarrollo... amistad y triunfo... ambiciones y desengaños... traición y falsedad... discriminación y xenofobia. Es una sucesión de relatos de fantasía sobrenatural con evidentes proyecciones éticas y sociales.
Más allá de las reflexiones sobre el bien y el mal que pueden sugerir las atrocidades de los vampiros o la eterna lucha entre los 'no muertos' y 'los vasallos del Lucero del Alba' que los combaten, el mensaje más inquietante subyace en una afección universal a la que parece no poder escapar la especie de los chupasangres: el odio entre semejantes. "Nosotros somos la estirpe verdadera y tu sólo eres una abominación". Palabras de trascendencia peligrosa entre vampiros que sin mucho esfuerzo evocan episodios espantosos de la historia de la humanidad.
"Hay un mundo detrás del que conocemos. Un mundo sombrío en el que los monstruos caminan entre nosotros. Y si se presta suficiente atención se pueden ver"
El ilustrador Rafael Albuquerque fue quien dio forma a la nueva estirpe de vampiros americanos en la que también han puesto sus lápices otros dibujantes como Sean Murphy, Dustin Nguyen, Roger Cruz, Riccardo Burchielli, Danijel Zezelj o el español Jordi Bernet, cada uno con su estilo propio, pero respetando las directrices establecidas por el padre de la saga. Los personajes están definidos con trazos reiterados y líneas angulosas. Las sombras tienen tanto protagonismo como los colores. La brutalidad se muestra con sinceridad en escenas dinámicas, feroces y con detalles encarnizados. El ritmo es cinematográfico, con viñetas de diferentes tamaños y espectaculares dibujos a toda página en los momentos cumbre de la acción.
Scott Snyder y Rafael Albuquerque incorporaron a la mitología vampírica unas bestias alejadas de los sombríos murciélagos y próximas, en forma y alma, a las imperturbables serpientes de cascabel. Poseen afilados colmillos, mandíbulas dilatadas, agilidad extrema y, sobre todo, maldad intrínseca. Ni el sol, ni la madera les dañan, pero... ¡cuidado con el oro! Por fin se ha descolgado el "continuará" de esta original serie que reconcilió a muchos lectores con el género de vampiros y, aunque es cierto que la trama concede un hilo al amor imposible entre mortales e inmortales, esto no la inhabilita como novela de terror. ¿O acaso 'La Princesa Prometida' deja de ser una historia de aventuras por el beso final?
Portadas de todos los tomos de 'American Vampire' publicados hasta...
Portadas de todos los tomos de 'American Vampire' publicados en España. ECC

'Torpedo 1936'. Bombazo de nostalgia y crimen


  • La editorial Panini recopila en un único volumen las historias del gangster Luca Torelli

  • Enrique Sánchez Abulí y Jordi Bernet firmaron el cómic español más traducido

  • La serie, referente mundial del género negro, acompañó a la generación de la 'Movida'

Escena del capítulo 'Conmigo no se juega' de la serie 'Torpedo 1936'.
Escena del capítulo 'Conmigo no se juega' de la serie 'Torpedo 1936'. PANINI.


Leer siempre permite conocer lugares, épocas o situaciones inaccesibles, aunque a veces esa gratificación puede llegar por partida doble. En la década de los 80, muchos españoles se adentraron en los bajos fondos del Nueva York de los años 30 de la mano de 'Torpedo 1936', la historieta gráfica española más traducida y leída en todo el mundo. Ahora, mediada la segunda decena del siglo XXI, la mítica obra reaparece para ofrecer a los lectores modernos la oportunidad de trasladarse a calles repletas de gángsteres, humo y sombreros de fieltro, pero con una recompensa extra no menos interesante: descubrir una serie dibujada en un tiempo en el que los cómics se leían en revistas y en el que todo sabía a 'Movida'.
'Torpedo 1936' es uno de los cómics más importantes que ha producido la industria nacional y uno de los iconos de la 'generación de la Transición'. La serie logró una excelente acogida en una España a la que le tocó instalar los cimientos políticos, sociales y culturales de un país nuevo, pero su éxito traspasó fronteras. Premiado en el Festival de Angulema de 1986 como mejor Álbum Extranjero, fue exportado en aquellos años a países como Italia, Yugoslavia, Francia, Alemania, EEUU, Noruega, Dinamarca, Holanda, Suecia... Y aún, a día de hoy, sigue siendo un referente del género negro a nivel internacional. La obra llegó a seducir al mundo del cine, pero finalmente -o de momento- no dio el salto a la gran pantalla.
Fue en febrero de 1982 cuando apareció en la revista 'Creepy' la primera aventura de Luca Torelli, un matón a sueldo de origen siciliano que se gana la vida en un Nueva York tan corrompido como él. Desde entonces hasta el año 2000 vieron la luz 61 historias de este personaje conocido por el alias de 'Torpedo', cuya mala vida deambuló por las publicaciones underground de los 80 y los 90: 'Comix Interacional', 'Totem el Comix', 'Co & Co'... Revistas que evocan una época en la que los quioscos no estaban en peligro de extinción y cuyos ejemplares pasaron de copar los escaparates, a acumular polvo en los trasteros, para resurgir tiempo después dentro de fundas de plástico como alimento para coleccionistas.

"Hay hombres que no se mueren. Hay que matarlos. Eso fue lo que me dijo Hart el día que me mandó llamar"
Pero ya no hace falta vagar por rastros y tiendas de segunda mano, revolver en el desván de las abuelas o bucear por Internet para acceder a este clásico de la historieta española. La editorial PANINI, bajo su recién estrenado sello Evolution Comics, acaba de publicar una edición especial en la que ha recopilado en un único tomo de más de 700 páginas todos los episodios de 'Torpedo 1936' en el orden cronológico de su aparición. Para ello, ha escaneado los archivos digitales y ha llevado a cabo una labor de restauración, unificando tipografías y cabeceras, y definiendo dibujos que estaban en mal estado. El libro también incluye un anexo de Javier Mesón en el que repasa la historia de esta obra maestra del género 'noir'.


Portada del volumen intgral de 'Torpedo 1936'.
Los padres de esta serie son dos leyendas del cómic adulto español: el guionista Enrique Sánchez Abulí y el dibujante Jordi Benet. En realidad, las dos primeras entregas de 'Torpedo 1936' -incluidas también en el volumen integral de PANINI- fueron ilustradas por Alex Toth, pero éste abandonó el proyecto al no compartir la excesiva dureza de su contenido. Durante casi dos décadas, el dúo Sánchez Abulí-Bernet generó nuevas historias de un personaje inolvidable, hasta que en el año 2000 surgieron desavenencias entre ellos que incluso les llevaron a los juzgados. De esta forma, llegó el final de su colaboración y por extensión de un título con el que consiguieron la mayor fama y reconocimiento en su dilatada carrera.
"Sólo para adultos": el aviso recogido en la contraportada del cómic no es excesivo. Las andanzas de Torpedo están repletas de actos de violencia y escenas de sexo nada romántico. Asesinatos, palizas, violaciones, ajustes de cuentas desfilan con naturalidad por unas páginas ambientadas en un mundo regido sólo por las leyes del crimen. La otra constante de la serie es un humor negro que no suaviza nada, sino que subraya la frialdad de un entorno carente de moral. La dureza del contenido alcanzó su cenit en el episodio 'Lolita', una historia protagonizada por una prostituta menor de edad. Escrita en 1990 para 'El País Semanal', fue censurada y no vio la luz hasta un año después cuando se publicó en una revista de la editorial Makoki.

"Mi trabajo consiste en 'enfriar' al prójimo, por lo que soy reacio a creer en lo de los accidentes"
Queda claro que 'Torpedo 1936' no es el cómic de un héroe, pero tampoco el de un antihéroe al uso. A menudo, cuando el malo es el protagonista de una aventura, suele esconder un buen fondo que tarde o temprano se acaba imponiendo. Pero para el sicario Luca Torelli la compasión o el remordimiento son absolutos desconocidos. Las únicas guías de su vida son el dinero y la venganza. Siempre rodeado de mujeres exuberantes sólo es fiel a su Colt Government del calibre 45. Y pese a todo obtiene el beneplácito del lector. Él mismo es quien narra sus correrías, con un lenguaje procaz, repleto de dobles sentidos y, sobre todo, con un cinismo tan franco que resulta inevitable cogerle simpatía.
El complemento perfecto para los guiones de Sánchez Abulí está en los lápices de Bernet. Gran maestro del blanco y negro, su inconfundible estilo clava el espíritu dual que exhala el cómic: trazos secos, claroscuros y juegos de sombras propician la atmósfera de cine negro y dotan de realismo a las escenas más escabrosas, al tiempo que sus dibujos a menudo desenfadados participan del humor ácido que caracteriza a la serie. Así, los mismos personajes de rasgos pétreos y mirada asesina, pueden aparecer viñetas después retratados con ojos saltones y gesto bobalicón al verse envueltos en situaciones surrealistas como la vida misma.
Mención aparte merece el elenco femenino, auténtica seña de identidad del trabajo de Jordi Bernet -conocido por el gran público gracias a su serie 'Clara de Noche' de la revista 'El Jueves'-. Como en la mayoría de las obras del ilustrador catalán, las mujeres de 'Torpedo 1936' son un catálogo de bellezas explosivas de la corriente Pin-up que exhiben su perfección sin pudor. Mujeres fatales, atractivas, carnales e inteligentes, habitantes de un ecosistema criminal en el que su cuerpo es a la vez arma y perdición. Poderosas y frágiles criaturas celestiales ubicadas en el paraíso del pecado.

"La chica tenía clase, tenía mundo y casi, casi, casi tenía toda la vida por delante..."

Ocho maneras de conocer Lisboa a pie


Si ha visitado Lisboa y conoce sus monumentos más emblemáticos como el Arco da Rua Augusta, el monasterio de los Jerónimos o la Torre de Belém, quizá piense que ya lo ha visto todo. Se equivoca.
http://www.ocholeguas.com/2014/10/17/europa/1413546716.html
La capital portuguesa guarda secretos y sorpresas en cada esquina y la mejor forma de hacerlo es recorriendo cada una de sus siete colinas... a pie. Hay dos empresas, Lisbowalker y Lisboa Auténtica, que organizan excursiones temáticas para todos los gustos. Seleccionamos las ocho más interesantes.

1. Lisboa esencial

Paseo hacia la plaza del Comercio.
La mejor manera de conocer la Lisboa más esencial es recorrer sus calles como si fuese un verdadero lisboeta. Los barrios más auténticos son el Chiado, Bairro Alto, la Baixa pombalina y Alfama. Por aquí se mueven los lisboetas a diario, andando o en tranvía. Lo mejor para empezar el día es tomarse un café (que aquí se llama bica y siempre es expreso) acompañado de un pastel de nata. Porque estos deliciosos pasteles no solo se comen en Belém. En cualquier pastelería del centro de la ciudad puede encontrarlos, casi igual de sabrosos. El resto del tiempo puede pasarlo yendo de tiendas. Las más interesantes son aquellas en las que se pueden comprar productos portugueses, como A Vida Portuguesa, en el Chiado, con marcas antiguas que nunca pasan de moda. La Excursión con Lisboa Auténtica dura 3 horas y cuesta 15 euros por persona. Incluye viaje en tranvía, café y pastel de nata.

2. Lisboa 'velha'

El 'skyline' lisboeta.
Si lo que le interesa es el lado más antiguo de Lisboa, le recomendamos una excursión en la que podrá hacer un repaso a los 2.500 años de la historia de la ciudad. Desde la llegada de los fenicios, que llamaban a la capital portuguesa la bahía tranquila o el puerto seguro, un nombre que define a la perfección el contacto con el río Tajo a través de la Baixa. Conozca después la herencia dejada por los primeros grandes pobladores, los romanos. De aquella antigua Olissipio aún quedan restos de su presencia, como las galerías subterráneas de la Rua da Prata, en la Baixa, que solo abren unos seis días al año. Después llegaron los árabes, responsables del trazado de los barrios antiguos, como Alfama en la subida hacia el castillo de S. Jorge. Todos los habitantes de Lisboa, a lo largo de su historia, tuvieron una relación estrecha con el río y con la actividad marítima. Todo esto y mucho más puede descubrirlo en las excursiones organizadas por Lisbon Walker, el primer domingo de cada mes.

3. Lisboa fadista

Una fadista en Alfama.
Es imposible hablar de Lisboa y no pensar inmediatamente en el fado. Por eso, conocerla en profundidad también requiere conocer su música más emblemática. Y qué mejor forma de hacerlo que recorrer los barrios más castizos, Mouraria y Alfama, acompañados por un fadista que aprovechará la visita para cantar en calles y tascas de fado, música que ha sido recientemente reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Quien quiera saber más, puede visitar el Museo do Fado, situado en el número 1 del Largo do Chafariz de Dentro, cerca de la estación de trenes de Santa Apolonia. Cuenta con una programación variada y numerosas exposiciones sobre la temática del fado. La mejor forma de terminar esta excursión es degustando un caldo verde con chorizo en una tasca en la que se canta fado vadio, fado más o menos improvisado que canta todo el que así lo desee. La excursión la organiza Lisboa Auténtica.

4. Leyendas y misterios lisboetas

El lado tenebroso de Lisboa.
Esta excursión es ideal para los más curiosos, todos aquellos que quieran descubrir los aspectos más recónditos de la capital lusa. Algunas de las leyendas de la ciudad dieron origen a santos, otras a héroes y otras a villanos. Hay misterios ocultos en las calles y edificios de una ciudad a veces mágica y a veces tenebrosa. Una de las leyendas más antiguas es la que hace referencia a la fundación de la ciudad. Dicen que fue el propio Ulises el fundador de Lisboa, después de huir de Troya y antes de partir hacia el Atlántico. Otra leyenda increíble es la de S. Vicente, patrón de la ciudad, cuyo cadáver, cuando fue trasladado en barco desde el Algarve hasta la capital, estuvo siempre acompañado de dos cuervos, ave que aún hoy está en las armas de la ciudad. Éstas y otras leyendas pueden conocerse en la excursión que organiza Lisbon Walker por la Baixa, la colina del Castillo de S. Jorge y Alfama. Los martes a las 10h y los terceros domingos de cada mes, a las 14h30. En inglés y portugués. 15 euros.

5. Lisboa, ciudad de espías

El lado intrigante de la urbe.
Durante la II Guerra Mundial Portugal permaneció neutral por lo que Lisboa se convirtió en un verdadero nido de espías, el lugar estratégico perfecto en el que se daban cita espías de los dos bandos. Qué mejor que transformarse en un auténtico James Bond y pasear por la capital portuguesa, desde la Plaza de Comercio a la Plaza de Restauradores, como si fuera un agente infiltrado en una misión secreta. Así, podrá descubrir quién fue Arístides de Sousa Mendes, conocido como el Schindler portugués, un cónsul portugués en Burdeos que se saltó la autoridad del dictador Salazar y durante cinco días concedió permisos de entrada en Portugal a refugiados de varias nacionalidades, sobre todo judíos, que querían salir de Francia. Esta excursión se realiza los viernes, a las 14h30 y los segundos domingos de cada mes, a la misma hora, con Lisbonwalker. El precio es de 15 euros.

6. Lisboa gastronómica

Los aclamados productos gourmet.
Y si tanta información le ha abierto el apetito, entonces lo mejor es descubrir Lisboa a través de sus sabores y los productos más típicos de su gastronomía. La capital lusa está repleta de restaurantes en los que se puede comer de todo, pero sobre todo, uno de los platos más lisboetas: el bacalao, que aquí se cocina de mil una maneras diferentes: con nata, a braz, asado con patatas, frito con mahonesa y jamón... Hay restaurantes para todos los precios, desde el lujoso Tavares, hasta tascas que surgen en cada esquina, con manteles de papel pero comida casera de la buena. Y si lo que quiere es llevarse comida de recuerdo, también puede hacerlo. Se recomienda el paté de sardina, una entrada muy habitual para comer con el pan mientras se espera los platos. Lisboa Auténtica organiza excursiones gastronómicas que incluyen comidas o cenas con marcación previa por 30 euros por persona. A lo largo de la ruta se hacen degustaciones.
 

7. Lisboa vinícola

Entre cata y cata...
No se puede pensar en comer sin pensar en beber. El vino también ocupa un lugar destacado en Portugal. Y aunque Lisboa no es una región vinícola con demasiada tradición, en la capital portuguesa también se pueden saborear los mejores caldos que se obtienen por todo el territorio portugués. Son numerosas las tiendas de vinos que hay en el centro de la ciudad y en las que puede comprarse desde un tinto del Alentejo, un vino verde de la región del Miño, un moscatel de Setúbal o los famosos vinos dulces de Oporto. En esta excursión, además de recorrer los barrios del Chiado, Baixa y Bairro Alto, se propone una explicación sobre los diferentes tipos de uvas que se cosechan en Portugal, así como una cata de vinos acompañada de quesos y embutidos portugueses. Las excursiones duran 3 horas y cuestan 30 euros por persona. Con Lisboa Auténtica.

8. Lisboa sensorial

Un turismo diferente.
Y por último, una forma completamente alternativa de conocer Lisboa a pie: con los ojos vendados. ¿Qué le parece redescubrir el típico barrio de Alfama pero ahora sin verlo? De esta manera podrá potenciar el resto de los sentidos. Subir por las callejuelas estrechas tocando sus paredes desconchadas; sentir el olor de las sardinas asadas, escuchar a lo lejos los acordes de un fado... Lisbonwalker avanzó con esta iniciativa en colaboración con la Asociación de Ciegos de Portugal, ACAPO. La excursión dura una hora y media y los participantes están acompañados por un guía turístico, que va contextualizando la visita, y por un invidente, que les ayuda a superar las dificultades de no ver. El objetivo es doble: hacer un turismo diferente y sensibilizar a los turistas. Como experiencia, merece la pena descubrir esta Lisboa que además de bella a la vista lo es también al resto de los sentidos, que a veces pasan más desapercibidos. Esta excursión solo se realiza mediante cita previa, con un mínimo de 6 participantes y cuesta 20 euros por persona.

Amsterdam en clave vintage

Rastreamos el bohemio barrio de Jordaan a la caza de tiendas retro, mercados callejeros, centros de diseño, la mejor tarta de manzana de la ciudad, canales cerveceros o museos bizarros como el de las casas flotantes o las luces fluorescentes. También se refugió aquí Ana Frank.
 http://www.ocholeguas.com/2014/07/09/europa/1404904266.html

Que Amsterdam es una ciudad de lo más trendy (o cool o hipster o cuantos adjetivos retro que den el pego queramos, y si son en inglés, mejor) ya lo sabíamos. Pero es que, cada día, surgen nuevos templos que lo reconfirman. Y el barrio de Jordaan, refugio de la clase obrera desde el siglo XVII a los años 80, es el epicentro. Aquí, entre sus patios, sus canales y sus terrazas, se asientan ahora los espíritus bohemios en busca de tiendas vintage, centros de diseño, mercadillos callejeros... Le mostramos ocho pedazos.

1. Una de museos rarísimos

El Museo de las Casas Flotantes.
Amsterdam se lleva la palma en cuanto a museos raros: desde uno sobre gatos a otro de pianolas, de luces fluorescentes (¡viva la psicodelia ahí dentro!) o de tulipanes y quesos, más normales tratándose de Holanda. Todos están en Jordaan, menos el de los mininos, pero se merece meterlo... Aun así, nos quedamos con el de las Casas Flotantes (Prinsengracht, 296). No en vano, Amsterdam cuenta con 2.500 viviendas de este tipo (desde 300.000 euros cuesta el invento). Lo que comenzó siendo una solución habitacional por motivos económicos es ahora lo más. E incluso puede alojarse en algunas en vez de un hacerlo en un hotel. En este museo, ubicado en una barcaza de 1914, uno descubre cómo se vive ahí dentro, qué tal es el comedor, además de contar con una exposición fotográfica y varias maquetas de otros barcos.

2. La mejor tarta de manzana

La tarta de manzana de Winkel.
Quizá no sea de las tartas más famosa de Amsterdam (aquellas que se venden en los coffee-shops, con poderes «mágicos» en cada bocado...), pero se encuentra entre las mejores de manzana casera de toda la ciudad. Y hay muchos sitios para probarlas. Pero éste, Winkel (Noordermarkt, 43) no defrauda a nadie. Ya sea en su coqueto interior o en la agradable terraza, hay que saborearla, bien caliente, con su nata montada y sus tropezones gigantes de fruta. Si quiere las igual de típicas tortitas, vaya a Pancakes! (Berenstraat, 38), y cómalas rellenas de jamón, pollo al curry, queso de cabra o guacamole. ¿Las mejores patatas fritas? En Wil Graanstra Friteshuis (Westermarkt, 11), en pie desde 1956.

3. Shopping, shopping, shopping...

La joyería de Ross Sieraad.
Si a algo se viene a Jordaan es a comprar. Ya sean vestidos vintage de los años 40, discos de vinilo, libros de segunda mano, postales en sepia, bicis recicladas o joyas kistch inspiradas en las patas de las gallinas o elaboradas con los trozos amputados de muñecas de porcelana. Todo, idea de Ross Sieraad, diseñadora con aires a lo Janis Joplin que regenta su boutique-taller en la impronunciable Anjeliersdwarsstraat. También se topará por allí con tiendas de gafas usadas. Tal cual. En Brillen, una desvencijada tienda donde un letrero igual de ruinoso avisa de lo que no hay que hacer: «En general, abierto de 11 a 18.00. No llame antes porque no abriré y usted molestará». Las Nueve Callejuelas (o Negen Straatjes) concentran la mayor parte de estos originales locales.

4. De gangas en los mercadillos

El mercadillo callejero de Noordermarkt.
Los sábados es su día grande y cuando propios y extraños de todo Amsterdam se arremolinan entre sus puestos de productos ecológicos, bolsos retro, antigüedades varias o setas de todos los colores. Es el mercado de Noordermarkt, en la plaza del mismo nombre y a un paso de la Iglesia del Norte. No confundir con la del Este, la de tipo protestante más grande de Holanda y donde (dicen) está enterrado Rembrandt, en una tumba sin nombre para indigentes. De vuelta al mercado de Noordermarkt, también se monta los lunes, pero entonces todo gira en torno al comercio textil. Muy cerca, en Lindengrachtmarkt, está el mercado homónimo con un centenar de rocambolescos puestos de todo. Y todo es todo: cuadros, cafeteras usadas, bicis, llaves inglesas, zapatos de piel de cocodrilo...

5. A martillazos en cafés marrones

La barra del legendario Café Hoppe.
Jordaan también se caracteriza por ser uno de los epicentros para salir. De ahí que esté cuajada de «cafés marrones», llamados así en el siglo XIX por la oscuridad que pululaba entre sus paredes, manchadas también a porrones de nicotina. Ya no lucen esos lamparones ni sus usuarios se dedican a ponerse hasta arriba de «martillazos» (kop stoot), que no consistían en otra cosa que beber cerveza y ginebra, cerveza y ginebra, cerveza y ginebra, así, alternativamente, hasta caer redondos. Lo acompañaban, eso sí, de bitterballen, una croquetas rellenas de ragú y servidas con mostaza. Algunos de los bares marrones más legendarios son el Cafe Hoppe (Spuistraat, 1012), Het Molenpad (Prinsengracht 653), Reijnders (Leidseplein, 6), Papeiland (Prinsengracht, 2) o Karpershoek (Martelaarsgracht, 2), levantado en 1606 y considerado el más antiguo de Amsterdam. Según algunos.

6. El Canal de los Cerveceros

Terraza nocturna del Café Tabac.
La ruta marchosa por el barrio bien podría seguir en el llamado Canal de los Cerveceros (Brouwersgracht), ya que aquí estaban los antiguos almacenes de cebada durante los siglos XVII y XVIII, ahora reconvertidos en exquisitos (y carísimos) lofts. No olvidemos que el Jordaan es un barrio bohemio y todo lo vintage que queramos. Pero sus alquileres son para pudientes. Aun así, algunos de esos edificios siguen albergando cervecerías con solera como el Café Thijssen o el Tabac, el más fotografiado, dicen, de la ciudad. Aunque ya puestos, hay que ir al Café Nol, ya que de allí salieron los mejores músicos del barrio. Y es que el Jordaan está ligado a la música popular. Otro de sus atractivos.

7. Recordando a Ana Frank

Fachada de la casa de Ana Frank.
En el bloque de la calle Prinsengracht, 276, se pergeñó uno de los diarios más famosos de todos los tiempos, el que escribió la niña judía Ana Frank durante la II Guerra Mundial. Allí se escondió hasta que su familia fue denunciada ante la Gestapo en agosto 1944. Hoy, las colas para visitar aquella vivienda parecen no tener fin. Allí está el anexo secreto al que se accede tras atravesar una estantería. También las antiguas oficinas de Victor Kugler, el socio del padre de Ana. O las fotos de las estrellas de Hollywood a las que la pequeña idolatraba pegada a la pared. El mítico diario de cuadros rojos aparece custodiado en una urna de cristal.

8. Marcel Wanders, diseño vibrante

Showroom Moooi de Marcel Wanders.
Es un visionario, un icono del diseño del siglo XXI. Casi todo (o casi nada) vale para definir a uno de los artistas holandeses más internacionales, Marcel Wanders (Boxtel, 1963), un fanático del arte vibrante, atrevido, colorista, multidisciplinar. Porque él ataca en todos los frentes: casas, cojines, joyas, mesas, sombreros, zapatos, sujetadores, lámparas... O sillas como la Knotted Chair, o de nudos de macramé, que lo lanzó a la fama en 1996. No le faltan hoteles, como el Andaz (Prinsengracht, 587), también en Jordaan y de la cadena Hyatt. Si no lo ve para hospedarse, pásese por lo menos por el showroom de Wanders, Moooi, en Westerstraat, 187.
Las tiendas de aires retro salpican las callejuelas del Jordaan. / I. García
Las tiendas de aires retro salpican las callejuelas del Jordaan. / I. García

Cuando vuelva a caer la noche en Berlín

 


Visión nocturna de la emblemática Puerta de Brandemburgo de la capital alemana.
Visión nocturna de la emblemática Puerta de Brandemburgo de la capital alemana.
En una noche levantaron el Muro y en la oscuridad lo derribaron hace 25 años. Su conmemoración el 9 de noviembre es un motivo más para visitar esta ciudad magnética y necesaria. Y es que lo tiene todo. De hecho, posee algo único: sólo se parece a sí misma.


La noche del 9 de noviembre de 1998 interrumpió al mundo y le hizo mirar hacia Berlín. Estaba cayendo el Muro. Aquello sería el definitivo fin de la Historia, como poco antes había proclamado Francis Fukuyama; y, sin embargo, para esta ciudad magnética era sólo el comienzo. La política podrá levantar barreras, pero los hombres son capaces de derribarlas. Por eso el Muro, a pesar de las cicatrices de hormigón, es un mensaje de esperanza. Por eso Berlín, 25 años después, será siempre una ciudad necesaria. Lo tiene todo. De hecho, posee algo con lo que muchas metrópolis ya no cuentan: se parece únicamente a sí misma.
Persiste en Berlín esa ambivalencia que llamaron Guerra Fría. A veces, a modo de festiva memorabilia, a veces como pesaroso escenario urbano. Es quizás ese contraste, esa anacronía, lo que le concede un aura única, de superviviente. No falta vida en esta ciudad monumental, política y cultural como pocas: Nada más vital que su gente, llegada de cualquier parte; y eso que el aliento institucional ha sido generoso con ella.

La Isla de los Museos

Ya lo suplicó su alcalde, Ernst Reuter, ante las ruinas del Reichstag durante el bloqueo de Berlín occidental: «¡Mirad esta ciudad y reconoced que no debe ser abandonada!». Es la impactante sede del Bundestag el testigo de los vaivenes históricos de Berlín. Del mismo modo que también fue su espejo. Asistió a la victoria de la democracia y de Weimar, pero también al ascenso del nazismo. Devastada tras la II Guerra Mundial, después vería levantarse el Muro aquella noche del 13 al 14 de agosto de 1961, por su parte oriental. De nuevo Parlamento desde que en 1991 Berlín volvió a ser la sede del Gobierno, hoy impacta la majestuosa cúpula diseñada por Norman Foster, versión moderna de la originaria de Paul Wallot. Puede subir (y debe), pero recuerde que aunque es de acceso gratuito hay que reservar plaza con antelación.
Un fragmento del Muro.
Desde aquí podrá encaminar sus pasos hacia la Puerta de Brandemburgo, que lleva 200 años siendo el símbolo de Berlín. El próximo 9 de noviembre será el epicentro de las celebraciones del 25 aniversario de la Caída del Muro. Para ese fin de semana se instalará desde la calle Bornholmer hasta la East Side Gallery, siguiendo el curso del Muro, una instalación de luces en grandes globos. Cuando caiga la noche, como cayó el Muro, se soltarán al infinito mientras suena el último movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, interpretado por la orquesta de la Ópera de Berlín con Daniel Barenboim al frente.
La sede de la Ópera no puede visitarse porque está en obras, como también lo está Unter den Linden, la majestuosa avenida que parte de la Puerta de Brandemburgo. No importa. Nada resta monumentalidad al bulevar de los tilos que concluye en la magnífica Catedral (Dom), junto a la Isla de los Museos. Conjunto museístico de primer orden, a pesar de que el Altar de Pérgamo (que da nombre al museo) estará cerrado hasta 2019, vale la pena acercarse a este oasis artístico aunque solo sea por visitar a Nefertiti en el Neues Museum, por ver la Rotonda del Altes, o la Puerta de Ishtar del Museo de Oriente Próximo.

La ruta del Muro

No queda lejos Alexanderplatz, punto de encuentro de la Berlín oriental con su carismática Torre de las Telecomunicaciones, que en su día fue el edificio más emblemático para el régimen de la RDA. A sus pies está el Rotes Rathaus (Ayuntamiento Rojo) así llamado por el color de sus ladrillos. Pero suba a la torre y podrá ver desde las alturas todo Berlín. Para ver el Muro de cerca conviene acercarse a la East Side Gallery, donde pervive en pie su muestra más larga. Son 1,3 km a lo largo el río Spree en el barrio multirracial de Kreuzberg (en esté también se enclava, por cierto, el imprescindible Museo Judío que firmó Libeskind). El cauce de la separación discurre por Mühlenstrase hasta Stralauer Platz.
La Torre de las Comunicaciones.
Cruzado el río, la ruta prosigue por un Berlín que poco tiene que ver con la grandeza de Mitte, y que por momentos parece retroceder a un tiempo que no fue mejor. Lo supo bien Peter Fechter, el joven que, al ser disparado por la policía oriental en su intento de fuga, cayó en el corredor de la muerte, donde lo dejaron agonizando. Aquí está su memorial. Continuando por Zimmerstrasse llegamos al más afamado de los puntos de control, el Checkpoint Charlie (los otros dos eran Alfa y Bravo). Allí hoy, repleto de turistas, se respira un ambiente festivo y divertido, entre soldados estadounidenses de pega, McDonalds y coches Travi de alquiler, que por un momento suspenden la tragedia que supuso el Muro.
Para entender el alcance de su gravedad basta con acercarse al Mauermuseum (Museo del Muro), la Cold War Black Box o la Topografía del Terror, con 200 metros de Muro original, que se congregan en esta zona. En el otro extremo, en Bernauer Strasse, se encuentra el Memorial del Muro, un centro de documentación y la iglesia de la Reconciliación. Más alejado queda la antigua prisión de la Stasi, como muestra de las cárceles de la antigua RDA.

Arquitectura contemporánea

Desde el Checkpoint Charlie habrá que caminar hasta la bulliciosa Potsdamer Plazt, el símbolo del nuevo Berlín, con sus dos estandartes de la arquitectura contemporánea: el Sony Center de Helmut Jahn y el Daimler Chrysler Quartier, de Renzo Piano y Christoph Kohlbecker. Desde aquí, en lugar de seguir el Muro, se puede descubrir la parte occidental, donde aguarda el fabuloso Tiergarten, el pulmón de esta ciudad verde, con su inconfundible columna de la Victoria, y cuyo ambiente bucólico contrasta con el cercano frenesí de la hipercomercial Kurfürstendamm.
El mítico Checkpoint Charlie.
Allí habrá que pasarse por KaDeWe, los grandes almacenes más emblemáticos; y contemplar la iglesia Conmemorativa, símbolo de Berlín Occidental en los tiempos del Muro, cuyo violento perfil en ruinas recuerda los terribles acontecimientos que ésta presenció a lo largo del siglo XX. Recién nacido está Bikini Berlín, justo enfrente. Se autodescribe como un concept mall, y lo cierto es que es un paraíso de tiendas para los cazadores de últimas tendencias, que mantiene el nombre del edificio de postguerra que lo alberga.
A pocos pasos queda la Amerika Haus, que a partir de este jueves acogerá a la prestigiosa galería de fotografía C/O Berlin Foundation. Los amantes de ésta tienen también muy cerca (detrás de la estación del jardín zoológico) el Museo de Fotografía con la Fundación Helmut Newton en dos de sus plantas. Nacido en 1920 como Helmut Neustädter, huyó de Berlín cuando comenzó la persecución de los judíos. Sin ellos tampoco se entendería la historia de esta ciudad que tanto ha vivido al caer la noche. Noches de tragedias pero también de esperanzas.

"REC4: APOCALIPSIS". Manuela Velasco al final del túnel



  • Manuela Velasco protagoniza 'REC4: Apocalipsis', la entrega con la que acaba la saga de terror de más éxito en España

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De todos los personajes que ha interpretado a día de hoy, el que más éxitos le ha brindado a Manuela Velasco (Madrid, 1975) es el de Ángela Vidal. Con ella, la actriz pasó en 2007 de ser una perfecta desconocida a saltar a la fama como la intrépida reportera de REC. Tras protagonizar la primera y segunda entrega de la saga, Velasco vuelve a ponerse a las órdenes de Jaume Balagueró en REC 4: Apocalipsis, donde viaja en un barco repleto de infectados. sin rumbo fijo en el que se suceden persecuciones, dilemas morales y, cómo no, escenas sangrientas que harán las delicias de los aficionados al género del terror.
¿Es cierto que apenas tuviste que pensarte si regresar o no a la saga?
¡Por supuesto! Estoy tan agradecida a Jaume y a Paco Plaza, los creadores de la saga, que quería estar en este final. Que, por si fuera poco, con él sale mi personaje por fin del piso en el que ocurría todo en las dos primeras películas.
¿Ha pesado en tu decisión el compromiso con los fans de la saga?
Éste ha sido el reto más difícil de todos. Con REC4 me he dado cuenta de lo que han significado para muchos estas aventuras. Mientras la rodábamos, pensábamos todo el rato en que le gustara al público. Está hecha por y para ellos. Lo último que queremos es decepcionarles.
Desde que se estrenara REC, en 2007, ¿quién ha evolucionado más, Ángela Vidal o Manuela Velasco?
Las dos a la vez. Es bonito pensar que yo como actriz haya evolucionado de forma paralela a mi personaje. Y me explico: el otro día volví a ver REC después de muchos años. Me vi muy inocente. Tanto que, si volviera a rodar aquella primera entrega, creo que no lo haría tan bien. La inexperiencia, pero también el temor y la ilusión de entonces me vinieron muy bien.
¿Tan complicado es, como parece, haber rodado en un barco?
Y tanto... Es verdad que la primera vez pasé algo de miedo, como si estuviera en el pasaje del terror, porque me creía la historia. Pero, ahora, el miedo ha sido por no matarme de tantos golpes que me he llevado. ¡No estoy acostumbrada a caerme desde tan alto!
Por cierto, al haber participado en tres películas de terror, ¿te dan miedo ese tipo de cintas como espectadora?
Las disfruto mucho más. Antes sí que me daban muchísimo miedo. Ahora, con la experiencia que tengo, me intereso más por los detalles, los planos del director, los actores... Puede que el de terror sea el género más difícil de hacer.
¿Sigues todavía sorprendida con el debate sobre si en REC salen zombies, poseídos o infectados?
¡Son infectados! Sé que es un gran debate. Pero si lo dice Jaume Balagueró, que es el director...
http://www.metropoli.com/cine/2014/10/31/5452266de2704e09638b4579.html

Woody Allen: “De no ser tímido, habría tenido una vida mejor”


Claustrofóbico, alarmista, tímido, pesimista... Calificativos para un cineasta genial que con casi 80 años, vuelve a su cita anual con una nueva película: 'Magia a la luz de la luna'

http://elpais.com/elpais/2014/10/31/eps/1414762803_707682.html

Manuel Lagos Cid
Los chistes, la angustia existencial, el autoanálisis, la lucidez. Los pensamientos sombríos, los requiebros, la falta de esperanza, el buen humor. El cine de Woody Allen contiene todos estos ­elementos, Woody Allen se compone de todos ellos, y todos ellos aparecen a lo largo de esta entrevista que se celebra en un lujoso hotel de París. A punto de cumplir los 80 años, el viejo Allan Stewart Königsberg, mago de la palabra cinematográfica, reverenciado director y agudo ­comediante, autor de películas deslumbrantes como Manhattan, Annie Hall, Zelig o Delitos y faltas, entre muchas otras, acude fiel a su cita anual con las pantallas, un compromiso del que no se ha apeado más que dos veces desde el año 1966. Una película al año. Su compulsión en la elaboración de largometrajes no tiene parangón. Y ya van 46 películas detrás de la cámara.
Magia a la luz de la luna, su nueva entrega, la historia de un mago interpretado por Colin Firth que intenta desenmascarar a una médium (Emma Stone) en la Francia de los años veinte (se estrena el próximo 5 de diciembre), llega después de una de las más aclamadas películas de su filmografía, Blue Jasmine. Allen se muestra en buena forma durante la entrevista. Cualquiera diría que va a cumplir 80. Sólo se incomoda cuando es preguntado por la acusación de su hija adoptiva Dylan Farrow, que afirma haber sido víctima de abusos sexuales cuando tenía siete años. A pesar de que el caso fue desestimado en 1993 por falta de pruebas, Dylan Farrow escribió el pasado mes de febrero una carta en The New York Times en la que volvía a acusarle. Sólo en lo relativo a esta cuestión Allen se revuelve en el sillón, sobrepone su argumentario sobre el enunciado de la pregunta y hace todo lo posible por evitar la cuestión.

El hombre que sueña con arañas, según confiesa, y cuya película favorita es El ladrón de bicicletas, del maestro De Sica, responde ligeramente repantingado en una butaca de la habitación 205 del hotel Le Bristol en el que botones con bonete acarrean paquetes por recepción como si siguiéramos en ese París de los años veinte que a Allen tanto le fascina. Habla con cierta lentitud, lúcido y pesimista. De vez en cuando, detrás de sus palabras, emerge su sonrisa de niño pillo.
A través del mago Stanley Crawford, el protagonista de su nueva película, usted describe a un hombre que quiere escapar de la realidad para abrazar la magia. ¿Hace usted lo mismo? Sí, pero no podemos. A los dos nos gustaría que hubiera algo mágico en el universo, en la vida, pero, desafortunadamente, parece que lo que ves es lo que hay.
O sea, que es usted tan racional como el personaje. Totalmente.
¿Y qué supone esto en su vida? Significa que la mayor parte del tiempo estás deprimido, en vez de estar feliz. Es triste la condición del ser humano, tener que pasar por esto…
¿A qué se refiere? Vivimos en un mundo que no tiene sentido, ni propósito. Somos mortales, y todas las preguntas importantes… Para mí lo importante no ha sido nunca quién es el presidente de Estados Unidos, esas cuestiones van y vienen. Las preguntas importantes se quedan con nosotros y no tienen respuesta. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¿De qué va esto? ¿Por qué es importante que envejezcamos, por qué morimos? ¿Qué significa la vida? Y si no significa nada, ¿de qué sirve? Esas son las grandes cuestiones que nos vuelven locos, no tienen respuesta, y uno tiene que seguir adelante y olvidarse de ellas.



Woddy Allen durante el rodaje de su nueva película, junto a Colin Firth (a la izquierda)
Usted ha abordado todas estas cuestiones a lo largo de su filmografía. A medida que pasa el tiempo, ¿las afronta uno de un modo distinto? Alguna gente sí; alguna gente cambia. Yo no he cambiado lo suficiente; ojalá hubiera podido cambiar más. Hay gente cuyos puntos de vista se modifican según pasan las décadas. Empiezan creyendo en Dios y cuando son más mayores ya no creen porque la vida les ha desilusionado. A otros les pasa lo contrario, se hacen mayores y empiezan a creer en Dios porque su experiencia les lleva a la conclusión de que hay un poder superior, que hay algo más…
No es su caso. No, yo no creo. Tengo una visión pesimista y realista de las cosas. Como Colin Firth en esta película, creo que lo que ves es lo que hay.
En un momento dado de la película, el personaje interpretado por Emma Stone dice algo como: “Todos necesitamos mentiras para poder vivir”. ¿Necesitamos mentiras para vivir? Sí; Nietzsche lo dijo; Freud lo dijo; Eugene O’Neill lo dijo en una de sus obras. Necesitamos espejismos, la vida es demasiado terrible de afrontar y no podemos afrontar la verdad de lo que es la vida porque es demasiado horrible. Cada ser humano posee un mecanismo de negación para sobrevivir. La única manera de sobrevivir es negar, ¿negar el qué?: negar la realidad. La vida es una situación tan trágica que solo negando la realidad sobrevives.
¿Siempre le pareció tan trágica la vida? Sí, desde que fui capaz de pensar, desde que tenía cinco años, siempre me pareció tremendamente trágica.


Cuatro estatuillas


Corbis (Corbis)
Woody Allen. Nacido en Brooklyn (Nueva York) el 1 de diciembre de 1935, dio sus primeros pasos como monologuista en los años sesenta. Su primera película, como guionista y actor fue ¿Qué tal, Pussycat? Su primer largometraje, Toma el dinero y corre, en 1969. Nunca acude a la gala de los Oscar, no cree en esos premios, pero Hollywood sí cree en él: ha recibido un total de 24 nominaciones a lo largo de su carrera, 16 como guionista. Y ha logrado cuatro estatuillas.
En la película que estrena el 5 de diciembre vuelve a transitar por el terreno de la comedia ligera. Magia a la luz de la luna, ambientada en la Costa Azul de los años veinte, supone el fichaje de la magnética actriz Emma Stone. La máquina de hacer películas no se detiene.
¿Por qué? Porque pude ver lo que era desde una edad temprana. Pude ver que naces, que no sabes por qué naces, que vives un número de años, impredeciblemente, puedes morir en cualquier momento, puedes morir a los 5 años o a los 15 o a los 50, nunca vas a sentirte seguro y relajado, siempre tienes que estar alerta; e incluso con esto, finalmente, vas a morir; estás condenado a muerte desde el nacimiento; consigues una pena de muerte en el instante en que naces, así que ¡muchas gracias! ¿Y todo para qué?
Usted viene haciendo una película al año desde 1966, con dos excepciones. ¿Cómo lo hace? No se debe confundir la cantidad con la calidad. He estado sano, gracias a Dios, y sigo trabajando, es agradable. Pero esto no dice nada de la calidad de las películas. Si me dijera que he estado haciendo grandes filmes, uno tras otro, desde 1966, eso sería un logro.
Bueno, de hecho es algo por lo que se le critica: por hacer muchas películas y, tal vez, no tan buenas como las que rodaba en los años setenta. ¿Qué opina sobre esto? No pienso nada, no significa nada para mí. Hay gente que me dice que Match Point; Midnight in Paris; Vicky, Cristina, Barcelona y Blue Jasmine son las mejores películas que he hecho en mi vida. ¿Qué más da lo que piense la gente? Da igual.
Y usted ¿qué piensa? He leído que es tan perfeccionista que cada vez que ve una de sus películas, no le gusta. ¿Está ­especialmente orgulloso de alguna de ellas? Oh, sí; creo que he hecho algunas películas buenas; no, grandes películas, pero sí películas buenas.
¿Cuáles serían esas para usted? La rosa púrpura del Cairo es una buena película; Zelig, también; Balas sobre Broadway
¿Qué hace que una cinta sea buena? Para mí una buena película es cuando estoy en casa, tengo una idea, la escribo, la filmo, la monto, le pongo la música y digo: “¡Salió como yo quería, es exactamente lo que quería!”.
Tengo entendido que cuando usted rodó Manhattan, no le gustó nada e incluso ofreció a United Artists rodar una de forma gratuita si no la exhibían. Sí, no estaba contento cuando acabé Manhattan porque no conseguí lo que quería. A la gente le gustó, fenomenal, pero no es lo que yo quería. Lo mismo me pasó con Hannah y sus hermanas, que tuvo mucho éxito, pero no para mí.



El director junto a Colin Firth en otro momento del rodaje de 'Magia a la luz de la luna'.
Más de una vez ha dicho usted que rodar es una manera de escapar de sus ansiedades. Sí, me permite no pensar en cuestiones sombrías. Pienso en si podré contratar a Emma Stone para la película, o a Colin Firth; si deberé rodarla en el sur de Francia o en Boston. Esos problemas triviales se pueden solucionar, y si no se solucionan, nadie me mata; si todo sale mal, mal, mal, el resultado es, simplemente, que tengo una mala ­película. Los otros problemas, los que no puedo resolver, sí que me matan.
Entre esos problemas estará, supongo, lo ocurrido este año con su hija adoptiva Dylan Farrow, que le habrá afectado… No, yo compartimento muy bien las cosas.
¿No le afecta? Yo sólo trabajo, no leo lo que dicen sobre mí en la prensa, nunca leo las críticas de mis películas, ni veo mis películas. No he vuelto a ver Toma el dinero y corre desde 1967, cuando la rodé… Yo solo trabajo; es lo único importante para mí; ni los premios, ni las críticas, ni las cuestiones financieras… No leo lo que se publica de mí en la prensa; sea bueno o malo, críticas…
Sí, pero esta vez tuvo la necesidad de escribir en The New York Times su versión de los hechos… Sí, tuve que corregir algo.
Se trata de una acusación de abusos sexuales… Tuve que corregir algo y lo hice. Lo escribí rápido,no me llevó más de una hora. Y eso fue todo.
En Woody Allen: un documental, realizado en 2011, gente que trabajó con usted le describía como una persona tímida, un poco adolescente, hipocondriaco, lleno de fobias. ¿Es así? Hasta cierto punto. No estoy lleno de fobias, tengo algunas. No voy por túneles, soy claustrofóbico. No soy un hipocondriaco; más bien un alarmista: no imagino que estoy enfermo, pero si veo una cosa pequeñita aquí, una picadura de mosquito, pienso que es un tumor cerebral. Tengo ­peculiaridades, pero no son peligrosas…
Tímido… Sí, siempre luché contra esto. Ojalá no hubiera sido tan tímido, hubiera tenido una vida mejor si no llego a serlo.
Ha rodado la mayor parte de sus últimos largometrajes en Europa. ¿Lo ha hecho para poder mantener su independencia? No. Fue por cuestiones de financiación, al principio. Siempre he sido independiente, siempre he tenido el corte final, nunca, nunca, nunca han tocado mis películas, desde la primera que rodé.
¿Siempre ha sido libre? Completamente, libre al 100%.


Para mí una buena película es cuando tengo una idea, la escribo,
la filmo, la monto y digo: 'Salió exactamente como yo quería"
¿Tuvo esto algún coste para usted? Mientras mis películas no salgan muy caras, les da igual lo que haga. Tuve problemas para conseguir dinero y me propusieron que si hacía Match Point en Londres, me la financiaban, así que fui y me gustó. Luego llamaron de España para que hiciera una película en Barcelona.
¿Qué recuerda de aquellos días en Barcelona? Me encantó, tuve una gran experiencia. Me encanta España en general. Mi mujer y yo lo pasamos muy bien allí. Vivimos en Barcelona una temporada, toqué mucho jazz. Me encantó Madrid cuando fui, San Sebastián… Y Oviedo me volvió loco: si alguna vez tuviera que jubilarme, Oviedo sería el sitio.
¡Vaya! Es precioso, me encanta el tiempo, las comidas, la gente… Y en Barcelona estuve varios meses; con Scarlett Johansson, con Javier Bardem, con Penélope Cruz, lo pasé muy bien.
Suele usted decir que en Europa le consideramos un intelectual porque lleva gafas de pasta, pero que en realidad no lo es… Sí, eso es lo que la gente piensa de mí.
O sea, que usted no es un intelectual. No soy un intelectual, pero la gente piensa que lo soy porque tengo el aspecto que se atribuye a los intelectuales. Pero estos no tienen un aspecto especial; tienen el mismo que los levantadores de pesas o que los jugadores de béisbol… Hace años, si leías mucho, se te estropeaba la vista, y si llevabas gafas era porque leías mucho, porque eras una persona de libros. Pero yo no soy un intelectual.
Acostumbra usted a contar que lo que le gusta es beberse una cerveza viendo un partido de béisbol… Sí, no soy un intelectual. Me gusta tocar jazz; me gusta ver baloncesto, béisbol, fútbol americano, tenis, me gustan los deportes… No son actividades de intelectual.



Woody Allen junto a Penélope Cruz, a quien dirigió en 'A Roma con amor'.
Después de venir tanto a Europa para sus películas, ¿no echa de menos Nueva York, como ciudad, para rodar? No, no demasiado. De vez en cuando me gustaría hacer una película en Nueva York, porque estoy loco por la ciudad de Nueva York, pero no es que me vaya a Sudán o a Libia a rodar; voy a hacer películas a Barcelona, Londres, París, Roma…
Sí, y se dice que sus películas son muy turísticas… Ah, sí, para mí las ciudades son personajes vivos, como Nueva York. El lugar en el que estoy es muy importante para mí, soy muy de ciudad y me gusta que el público sienta la ciudad como yo la siento. Con Nueva York me solían decir lo mismo, que no era tal y como yo la retrataba.
Eso le dijeron cuando hizo Manhattan Sí, y dije que me daba igual. Soy un artista, no soy un periodista; te muestro cómo siento Nueva York, mis impresiones de la ciudad, lo mismo con Barcelona y con Roma… Yo voy a esas ciudades como turista, soy un turista en Roma, soy un turista en Barcelona, y las veo desde los ojos del turista que se enamora de ellas. Como turista, no me enamoro de todas las ciudades a las que voy, he viajado por toda Europa. Pero he tenido un sentimiento muy apasionado en las ciudades en las que he rodado.
Sigue usted sin acudir a la entrega de los Oscar. ¿Por qué? No soy una persona de premios. Se puede decir cuál es la película favorita de uno, pero no cuál es la mejor película. ¿Quién puede decir eso? Son valoraciones personales, no significan nada. Para los Oscar, la gente hace campaña y gasta millones de dólares para comprar esos premios.

En otro orden de cosas, señor Allen, ¿a usted qué le preocupa del mundo en el que vivimos, del rumbo que ha tomado nuestra civilización? Soy muy pesimista porque el problema del mundo es que depende de la gente. Si miras la historia, ves que la gente no ha hecho un buen trabajo administrándolo, cuidándolo, viviendo en él. No tengo muy claro que el mundo vaya a sobrevivir; no hay muchas razones para el optimismo en estos momentos, tal vez en unos años haya mejores perspectivas.
¿No encuentra usted ningún motivo para la esperanza? Bueno, hay una porción de la gente que es agradable. Pero o no hay suficiente, o son demasiado pasivos, o la tarea es abrumadora; o los malos tienen más ambición y energía. Pero es difícil hallar un punto luminoso en la historia de la humanidad.
¿La gente, en general, no es buena? La gente, en general, está asustada. Y cuando están asustados, actúan equivocadamente, se comportan mal. Es la condición humana, la trágica condición de la existencia, la gente está ansiosa y asustada, no tiene nada en lo que creer, ni tiene esperanza, y la vida es muy complicada, y se comportan mal. Si mañana quedara claro que la vida tiene sentido, o que hay un dios en el universo, seguro que la gente actuaría mejor, y la situación cambiaría para mejor radicalmente. No es que la gente sea inherentemente mala, es que tiene miedo y por eso se comporta mal.
¿Lo tiene usted? Yo estoy tan asustado como todo el mundo, más que la mayoría; y soy una de las personas que se comportan decentemente a pesar de todo. Hay gente así, pero no demasiada.
Al ritmo que sigue rodando, no parece que tenga usted pensado retirarse del cine. No tengo planes de retirarme en estos momentos. Pero puedo volver a mi habitación y me puede dar un infarto y quedar mal, y entonces me retiraría. Si la salud aguanta, si estoy sano y la gente quiere poner dinero para mis películas, no me retiraré. Si enfermo o la edad me ralentiza de un modo que me avergüence, o no consigo dinero para mis películas, pues me retiraré.
Y a estas alturas de la vida, usted ¿qué quiere? No lo sé. Dos camareras de cócteles de 20 años.
¿Nada más? ¡No necesito nada más!
¿Nada más? No, ¡estoy en forma!